Las acuarelas se disponían en fila en su estudio, Él trabajaba en la última sobre un caballete de madera y ponía en el lienzo colores azules, verdes, violetas y después colores cálidos mezclándose sobre el blanco y dando forma a un mar pasivo con un cielo en llamas y una isla abandonada en el centro. Con un último pincelazo desapareció montado en el utensilio navegando hacía esa isla y naufragó allí por convicción y decisión propia, y nunca nadie se dio cuenta. De vez en cuando algún critico de arte o espectador lograba ver algo en la isla, algún detalle, alguna forma, algunos decían que era algún detalle sello del autor o que era una simple mancha que le daba autenticidad a la pieza, solo el pintor sabía que era él, deseando que nunca nadie lo rescatara.
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