lunes, 19 de diciembre de 2011

ASTRO

El pesado día había llegado con su desesperada e incipiente luminosidad, con la desesperación que provocan los ruidos crecientes desde tempranas horas; se había iniciado el día, con  los pasos de los humanos que empezaban sus cotidianas vidas creyendo que hacían lo que querían, mientras el sistema les permitía creer erróneamente eso; así se inició el día, ese compendio de horas intrincadas que eran caóticas dentro de su mismo orden de reglas sociales; así empezó el día y mi ser que comprende estas cosas y que se adapta a ellas, sin embargo, flota por sobre los demás y los ve con detenimiento. Tengo algunas horas de estudio antes de que la noche llegue, donde al fin puedo vivir y pensar, indagar y concluir, y poder realmente sentir, pero eso no llegará hasta dentro de algún tiempo, esas horas eternas de sol que hacen que tus ojos se cierren y te hacen no ver claramente la verdad. Nada puedo hacer, esta es mi naturaleza, soy el astro mas cercano, soy la luz de la noche, soy la inspiración de muchos, la desesperanza de otros, soy el cambio natural, el que hace que las olas crezcan y cambien, soy el agitador del mar y la tranquilidad de las nubes que sirven de cama para los rayos de luz, que aunque prestados, se reflejan sobre mi. Soy yo, la Luna, soy quién tiene la noche para si y se jacta de ser venerado sin nada dar, ser venerado por nada más que existir.

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