Una mezcla de tierra y sangre sobre el campo, tiros, lamentos, cañones, pedazos de cuerpo volando y girando por el aire rociando líquido vital como llovizna de invierno, gritos y desesperación, un caos ininterrumpido de danza mortal como si fuera un espectáculo macabro. De hecho lo era pues desde el cielo los dioses reían y disfrutaban, uno de ellos le dice a otro:
-ganaste la apuesta, sí se mataron entre ellos-
-te lo dije- dijo el otro –simplemente no resistirían la tentación-
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