Después de estacionar a su toro, subió a su lugar de labores y se sentó, subió los pies al escritorio, cruzó sus manos por atrás de su cabeza y cerró los ojos, listo para otro ocioso día de trabajo. Entreabrió los ojos para ver el cuadro que descansaba en la pared de enfrente y le dijo un sincero “gracias” para cerrar de nuevo los ojos. El cuadro era una representación del calentamiento global.
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