Me ahogaba yo en el mar pacífico, lento y de pie, mientras unos marineros en un barco de pesca se acercaron y muy amablemente me preguntaron si necesitaba ayuda, “por supuesto” les respondí, “solo tengan cuidado con mi ropa y húndanme de poco en poco, quiero antes de sentir el olor a muerte, sentir el olor del mar”.
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